¿Qué queríamos saber?
Vemos que, año tras año, los glaciares del Pirineo van perdiendo masa y disminuyendo su superficie. El glaciar de Monte Perdido, situado en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, podría desaparecer debido al aumento de temperatura actual.
A lo largo de la historia del planeta han existido muchos periodos cálidos pero ¿ha llegado a desaparecer el glaciar de Monte Perdido en algún momento? Queríamos estudiar este glaciar de montaña para reconstruir los cambios climáticos del pasado.
La situación de los glaciares durante la llamada “Anomalía Climática Medieval” (periodo cálido que tuvo lugar entre los años 900 y 1300 AD) es todavía un misterio. No hay evidencias claras de si esas masas de hielo desaparecieron o si tan solo experimentaron una gran pérdida. No sabemos, por tanto, si en otros periodos cálidos anteriores la temperatura había llegado (o no) a ser tan alta como en la actualidad.
Para tratar de saberlo, gracias a varios proyectos de investigación que ha financiado la Agencia Estatal de Investigación, hemos analizado el glaciar de Monte Perdido para ver cuál ha sido su evolución e intentar determinar si ahora mismo estamos en un periodo excepcionalmente cálido en comparación con otros periodos anteriores.
¿Cómo lo hemos hecho?
Un glaciar es una gran masa de hielo que se forma en lugares fríos en los que cae mucha nieve. Con el tiempo, la nieve se aplasta debido a su propio peso (se compacta), pasa por un proceso de recristalización y acaba convirtiéndose en una gran masa de hielo duro. Este proceso puede llegar a durar miles de años. Aunque parezcan estar quietos, los glaciares son dinámicos, están en constante movimiento y cambio. Al moverse cuesta abajo, erosionan el suelo y las rocas que tienen debajo, también son capaces de transportar materiales y, cuando el hielo se derrite, estos materiales pueden quedar depositados en el suelo. En concreto, los glaciares de montaña forman largas corrientes de hielo entre zonas montañosas elevadas que fluyen pendiente abajo (Figura 1).

El dinamismo de los glaciares es lo que hace que sean excelentes centinelas. Sus avances y retrocesos nos avisan de los cambios climáticos ocurridos. Cuando un glaciar se mueve deja depósitos en el paisaje, como las morrenas, que podemos analizar y relacionar con las variaciones de temperatura.
El glaciar de Monte Perdido es el cuarto glaciar más extenso de los Pirineos. Se encuentra en el Pirineo Central, en el interior del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Figura 2). En la actualidad está formado por dos cuerpos de hielo que están separados, aunque en el pasado sí estaban conectados. Ambos están en la cara norte del Monte Perdido y están rodeados por acantilados casi verticales de entre 500 y 800 metros de altura.
Para nuestro estudio, recogimos muestras del glaciar de Monte Perdido a lo largo de toda la pendiente del glaciar, desde el hielo más antiguo hasta el más moderno (Figura 3).
Se usó un aparato especial que permite extraer hielo en forma de pequeños cilindros. Antes de realizar el muestreo, se quitó una capa de medio metro de hielo (que podría estar contaminado) y después se recogieron tres o cuatro cilindros de hielo de unos 6 centímetros de diámetro por 25 centímetros de largo (Figura 4).
Para poder estudiar qué contenían las muestras de hielo, primero se tuvieron que fundir. Después, se realizaron distintos análisis, buscando desde elementos químicos relacionados con la actividad humana (como el plomo o el mercurio) hasta virus, bacterias o polen. Aun así, el análisis que nos dio más información para responder a la pregunta de partida fue la datación por carbono-14.
Esta técnica de datación se utiliza mucho en arqueología porque permite conocer la edad de restos orgánicos del pasado. Todos los seres vivos absorben carbono-14 de la atmósfera mientras están vivos. Cuando mueren, dejan de hacerlo y el carbono-14 comienza a descomponerse lentamente a un ritmo que conocemos. Sabemos que tarda unos 5730 años en reducirse a la mitad (lo que llamamos “vida media”) por lo que, midiendo cuánto carbono-14 queda, podemos calcular cuánto tiempo ha pasado desde que murió ese organismo. En los glaciares rara vez nos vamos a encontrar animales o vegetales de un tamaño muy grande o restos de madera que se puedan usar para datación, lo que sí podemos encontrar son restos orgánicos de muy pequeño tamaño atrapados en el interior del hielo. Las dataciones de estos restos nos permitieron estudiar cómo había cambiado el glaciar de Monte Perdido a lo largo de su evolución reciente.
Para reconstruir cómo ha avanzado el glaciar se ha completado el análisis del hielo con los depósitos y formas glaciares del paisaje gracias a un estudio geomorfológico. Así, en el frente del glaciar de Monte Perdido hay dos morrenas. La más lejana al glaciar corresponde con un periodo frío que ocurrió hace unos 6500 años, que corresponde con el periodo Neoglacial. La más cercana es de la llamada Pequeña Edad del Hielo, periodo que duró desde principios del siglo XIV hasta mediados del XIX, y que fue cuando tuvo lugar la última gran expansión de los glaciares pirenaicos. Además, contamos con otra fuente de información para conocer cómo era el glaciar en el pasado reciente: las fotografías o esquemas que realizaron los primeros pirineistas, como Lucién Briet, que nos ofrecen una imagen del glaciar al final de la Pequeña Edad del Hielo.
¿Qué hemos obtenido?
Las dataciones realizadas nos muestran que el glaciar contiene hielo formado hace, al menos, 2000 años. Eso implica que el glaciar se mantuvo durante períodos del pasado que sabemos fueron cálidos, como el Periodo Cálido Romano (250 BC- 400 AD) o la Anomalía Climática Medieval (900 – 1300 AD). Además, indican que durante la Edad Media hubo muy poca acumulación del hielo y que fue un periodo donde predominó la fusión. Estamos seguros de que el glaciar no desapareció en ese periodo porque tenemos dataciones de ese intervalo temporal. Sin embargo, hemos descubierto que nos falta el hielo de los últimos 600 años, lo que sugiere que el hielo acumulado en esos siglos se ha fundido.
Durante el periodo frío denominado la Pequeña Edad del Hielo (1300 – 1850 AD), el glaciar de Monte Perdido, al igual que otros del Pirineo y de otras montañas europeas, avanzó notablemente. La erosión de rocas producida en ese avance dio como resultado una gran morrena depositada en el frente glaciar. El hecho de que falta el hielo que se acumuló durante la Pequeña Edad del Hielo queda confirmado por el contenido en metales asociados con la actividad del ser humano, como el plomo, el zinc, el cadmio o el selenio. Las concentraciones de estos elementos están muy debajo de las típicas de la Era Industrial que se han podido medir en otros glaciares europeos.
Todos estos datos nos ayudan a reconstruir cómo fue la evolución del glaciar de Monte Perdido desde el Neoglacial, cuando alcanzaba la posición de la morrena más lejana, hasta la actualidad, cuando lo encontramos muy disminuido pegado a la pared del circo (Figura 5).
¿Qué hemos obtenido?
El aumento de temperatura global de nuestro planeta es constante desde la revolución industrial de mediados del siglo XIX y este año 2024 se ha superado el grado y medio por encima del periodo de referencia (1850-1900 AD). En este contexto climático los glaciares del Pirineo están retrocediendo y se espera su desaparición en los próximos años.
Este trabajo realizado en el glaciar de Monte Perdido nos aporta el contexto temporal para situar el calentamiento actual en un periodo más largo, los últimos 2000 años. Hemos visto que en el pasado, incluso en periodos cálidos, el glaciar nunca llegó a desparecer. Nuestras investigaciones refuerzan las evidencias científicas de que el calentamiento de las últimas décadas ha sido excepcional en, al menos, los últimos 2000 años. En la actualidad el ritmo de fusión del hielo es cada vez más rápido, lo que está haciendo que muchos glaciares desaparezcan y que, por desgracia, hará que el glaciar de Monte Perdido desparezca también si no se toman medidas para evitarlo.
Glosario
Depresión en forma de anfiteatro excavada por la erosión de un glaciar en la cabecera de un valle montañoso.
Rama de la geografía y geología que estudia las formas del relieve terrestre y los procesos que las modelan a lo largo del tiempo.
Acumulación de rocas y sedimentos transportados y depositados por un glaciar, que se localiza en sus bordes, fondo o frente.
Proceso por el cual el hielo o la nieve pasan directamente al estado gaseoso sin convertirse en agua líquida.
Parte inferior del glaciar donde se pierde masa por fusión, sublimación o desprendimiento, superando la cantidad de hielo acumulado.
RECURSOS DEL ARTÍCULO
Ana Moreno, Miguel Bartolomé, Juan Ignacio López-Moreno, Jorge Pey, Juan Pablo Corella, Jordi García-Orellana, Carlos Sancho, María Leunda, Graciela Gil-Romera, Penélope González-Sampériz, Carlos Pérez-Mejías, Francisco Navarro, Jaime Otero-García, Javier Lapazaran, Esteban Alonso-González, Cristina Cid, Jerónimo López-Martínez14, Belén Oliva-Urcia, Sérgio Henrique Faria, María José Sierra, Rocío Millán, Xavier Querol, Andrés Alastuey y José M. García-Ruíz (2021). The case of a southern European glacier which survived Roman and Medieval warm periods but is disappearing under recent warming. The Cryosphere, 15, 1157–1172. Disponible en: https://tc.copernicus.org/articles/15/1157/2021/
Versión adaptada por: Ana Moreno y Guiomar Calvo